Cuando se apaga la luz, sueño a borbotones.
Lo primero que hago en el sueño es mirarme la palma de la mano. La tengo agrietada y la línea que llaman del destino, está flotando en un charco de la calle.
Freud me escucha con cara de Viena, mis sueños son para él la reaparición parcial de contenidos reprimidos, pura gallofa. Soy un residuo sexual de mi infancia y amén.
Cuando se apaga la luz, sueño a borbotones.
Lo segundo que hago en el sueño es despertar a los niños. El más chico, es ahora un pajarillo de pecho “colorao”.El grande, tiene el pico naranja y es suave como la panza de una burra.Canto muy jondo, ni sé de dónde sale, lo hago con voz torera, como jamás lo haría, acostada a la espalda de un diminuto rey. Despiértate niño mío, flor de mis carnes, que traigo flores de lluvia triste para mirarte.
C. G.Jung nota que soy de pueblo como Daniel el Mochuelo, y que en los pueblos una no se muere del todo como en las ciudades. Que la sangre, la placenta y los huesos cuando te mueres se mezclan con el agua de los regatos, de los regatos beben los lebreles, luego, los lebreles ladran a las perdices entre los campos de trigo. El trigo mueve el viento con los ladridos y el viento a las nubes, y las nubes a las rosas. El trigo se hace cerveza y el corazón me ladra. Entonces te veo, más me ladra, y más lo sujeto y me contestas con las rosas silenciosas de tu cara.
Y algo así, me imagino, que será cómo se transmite aquello que llama Jung el “inconsciente colectivo”.
Jung, junto con Adler, otro gran disidente del psicoanálisis, tenían otra teoría sobre los sueños.
En la psicología junguiana, los sueños se consideran como productos de la naturaleza; emanaciones de aquella fuerza creativa que se encuentra implícita en la conformación de las células, en los tejidos de las hojas de los árboles, en nuestra piel y en las expresiones culturales y artísticas. Se les atribuye por tanto una sabiduría intrínseca que se expresa a través de imágenes simbólicas.
En mi consulta, también trabajamos con los sueños. Los sueños son brasas vivas que el paciente sopla con ímpetu, sopla y sopla, hasta que salen los pájaros escondidos en la boca desde la noche.
Después los analizamos como cualquier otro material inconsciente, como también podría hacerse con los delirios o las alucinaciones. De este material onírico, único en cada persona, emergen de manera espontánea temáticas, historias y personajes que, una vez examinados e interpretados, llegan a guardar una similitud sorprendente con las narraciones mitológicas que han acompañado a la humanidad en diferentes tiempos y lugares.
Jung argumentó que dicha similitud no puede ser siempre atribuida a un contacto directo o indirecto entre el individuo y estas ideas durante sus actos cotidianos, por lo que infirió que estos relatos y símbolos emergen de una fuente creativa común, a la cual denominó inconsciente colectivo.
Los motivos típicos de las narraciones mitológicas, de los delirios y los sueños son para Jung expresiones simbólicas de patrones universales de comportamiento y significado que heredamos los seres humanos como especie, a los que denominó arquetipos.
Enciendo la luz y me dejo abierta la compuerta del inconsciente. Estoy tumbada en el sofá del despacho, somos tres cochinitos que sudan sueños. Oigo el bullicio del circo. No quiero despertarme. Señoras y señores, pasen y sueñen, me parece escuchar entre ji -ji-jo-jo.
Yo, a lo mío. Compruebo que todo está en orden y que el tapete de hule está limpio.
Veo a Camarón desde el futuro. El gitanico rubio le come la boca a Lorca con la saliva poética de la Leyenda del tiempo. Los versos se deslizan desde Granada hasta Cádiz y de Cádiz al hueco de mi almohada. “El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta!”.
Qué arte más grande, mejor no se puede, me digo de párpados para adentro.
Los sueños frecuentemente reflejan el trabajo de una pulsión hacia la salud. La función de los sueños es la de restaurar el equilibrio psicológico del soñador o de la soñadora. Los sueños tienen también una función prospectiva hacia el futuro, como anticipación de acontecimientos futuros. Jung creó la expresión de que los sueños son un “ejercicio preliminar o esbozo”, adoptado luego por el adleriano Shulman.
El contenido simbólico es, según Jung, la propuesta de solución de un conflicto. De esta manera, los sueños pueden ayudar, de forma simbólica, a la mente consciente a preparar un camino que ya se está dibujando. Los sueños pueden ayudar a ver las cosas desde otro punto de vista, a complementar la visión parcial y sesgada que tiene la mente en estado despierto y comparar diferentes puntos de vista para que la persona después, pueda producir un ajuste o rectificación en estado de vigilia.
Según las ideas de Jung, los sueños nos permiten acceder al significado simbólico y profundo de nuestras experiencias vitales. No tienen un significado estanco como proponía Freud. Los sueños serían un símbolo, en el sentido de re-unión, de puente con las necesidades singulares de la psique. Transmiten caminos posibles de acción ante los cuestionamientos que han acompañado a la humanidad desde el fondo de los tiempos.
Cuando se apaga la luz, sueño a borbotones,
Lo que hago en este instante presente del sueño es columpiarme en un trapecio.
Me columpio a la una y a las dos, detrás de cada nota, la niña ya se durmió.
Me columpio a la una y a las dos, la vieja se despertó.
Voy y vengo en el trapecio con vértigo a volver al suelo.
Voy, vengo o me quedo.¿Hacia dónde saltar?Y no ser mala y no ser las palabritas de mil dolores y no ser fina como el coral y ser quien tiemble y ser más amanecer, mientras te veo primito, prendido a los labios de un beso para besarlo.
Salgo al gris del salón, acaricio el techo que está muy cerca, los cochinitos duermen con una luna grande de orejas largas, salgo del gris del salón, salto a la oscuridad más cercana, vacía de palabras, ocupo el espacio con la edad de un trapecio vacío.